30 mar 2011

La casona de mis ancestros


La casona de mis ancestros


Radiantes de fe los corazones,
de los que habitaron esta comarca,
vieron desfilar los sueños juveniles
y construyeron cada cual su nido.

Casita de largos corredores,
adornada con anturios y helechos,
con veraneras que rosaban el techo,
dalias, crisantemos y hasta platanales.

Circundaban la gruta de la reina de los cielos,
mariposas vagarosas libando en los rosales,
canarios, azulejos, golondrinas y turpiales
con sus gorjeos... tan sentimentales.

Casona de chambranas talladas de ilusiones
de aquellos amores que allí dejaron
recostadas las promesas a montones,
allí fundieron sus besos y luego se alejaron.

Paredes que escucharon los gemidos
de la febril pasión de adolescencia,
allí se guardan los más íntimos secretos
que quedaron plasmados en los lienzos.

Iluminados por la luz del alabastro,
amarillentándose con el paso de los años,
agrietándose por el calor que reflejó el estío,
allí se conservan... sin pena ni olvido.

Alondra anochecida en los aleros,
buscando tibio abrigo a sus pichones…
pájaro carpintero, con pico de aserradero
va taladrando el árbol... dejando un agujero.

Palomas que rompen el silencio
con sus seguidos currucuteos…
el gato duerme en el sillón desvencijado,
con el perro que le ladra al forastero.

Los caballos relinchando brincan briosos,
las vacas van sumisas al ordeñadero,
botón de lirio... estallando en los jardines
y magnolias que perfuman los senderos.

Se percibe el aroma a café recién colado
de los bellos cafetales florecidos,
naranjales con aromas de azahares
creciendo erguidas hasta tocar las nubes,
las palmas de corozo y chontaduro.

Los cacaoteros, que se visten de magenta,
los limoneros, las limas y frambuesas,
el zapote, que se camufla dentro del monte,
sirviendo de refugio a la enredadera,
se levanta el fértil mango, adornando el horizonte.

Irrumpiendo la paz de aquella granja,
sobre la hojarasca que yace adormecida,
corretea el gallo a las gallinas,
que por la vara presurosas van subiendo,
van a resguardarse... al gallinero.

Chiquillos jugando en las praderas,
intentando elevar una cometa…
los más grandes elevan la pelota
que se pierde en la espesura hecha jirones.

Las niñas jugando a las muñecas,
con sus bucles, bien vestidas y coquetas,
los abuelos... escuchando algunos tangos
recuerdan con nostalgia epocas viejas.

Los apuestos padres, jóvenes labriegos,
el hacha levantan para rajar la leña,
las matronas, están en la cocina,
atareadas con el guiso y la morcilla.

Los párvulos floreciendo en primavera
van desfilando por la ladera
dejando resbalar sus enclenques cuerpos
por la fértil tierra, mojada y bendecida
formando un tobogán de dulces sueños
qué se humedece con sus cándidas ronrisas.

Y acariciados por la brisa matutina,
alegres van a caer al riachuelo
en donde bañan sus anhelos infinitos…
sólo se escuchan los estruendosos gritos
de la felicidad que les inunda el alma.

Van saltando de piedra en piedra,
de charco en charco, haciendo piruetas
y monerías que se reflejan
de la quebrada en el agua cristalina.

De estos juegos son testigos los guaduales,
esos que dicen que siempre están llorando
el tiempo no es problema para ellos,
sin detenerse el péndulo las horas van pasando.

Comienzan el concierto,
los grillos y chicharras ,
los pájaros buscan su aposento,
las flores dormitan en silencio,
los árboles dejan de mecer sus ramas.

El sol deja una estela rojiza en el paisaje
mientras se va perdiendo en el ocaso,
la noche... se hace presente
con un cielo tachonado de luceros
y con una luna nueva que no alumbra.

Empapados y de hastío tiritando,
sin un farol que les alumbre el paso,
sólo con la ténue luz de un relampago,
emprenden el camino hacía la estancia.

En sus mentes van llevando
de antaño las historias
que narraban nuestros viejos…
el duende, pata sola, el moan y la llorona,
son leyendas primitivas que infundíeron miedo.

Hacinados todos en un abrazo
con la respiración entrecortada y lenta
van marcando las huella en la grama
que por el sereno de la noche está mojada,
van viviendo la agonía del espanto.

Y fijando en la casona las miradas
en donde se vislumbra por las ventanas
las siluetas de las madres que angustiadas
esperan el regreso de sus infantes
para acunarlos en sus brazos
y abrigarlos del frio en sus regazos.

Hoy esta casona con el ambiente
impregnado de reminiscencias
sus puertas están abiertas todas
esperando que desfilen nuevos huéspedes
y que dejen allí tatuadas sus memorias.

Todos los que habitaron este entorno,
los que se fueron a buscar otros destinos,
los que se llevaron su bagaje hacía lo eterno,
alli postrados a la diestra de Dios padre
nos miran con suma complacencia.

¡Viendo, cómo se nutren de amor los corazones!
¡Cómo se abrillanta la gema de la esperanza!
¡Cómo el tiempo no carcome sus maderos!
¡Cómo se habita con afecto y añoranza!



Felina
Marzo /011

2 comentarios:

  1. Hoy me he dado una vuelta por aquí querido amigo. Te echamos de menos.
    Petonets,
    Libra *M*

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  2. Cómo pasa el tiempo. Hermano... Siempre te llevaré en mi corazón.

    Desde Panamá hasta el cielo...

    JUSTO ALDÚ

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